Los regalos que se dan cuando no es Navidad
En primer lugar, un saludo a la gran hinchada del club más prestigioso y poderoso del país. Como todos saben, la característica del equipo desde que salió campeón 9 años atrás fue la irregularidad de sus presentaciones, la falta de continuidad tanto de técnicos como de jugadores (en especial de los últimos) y la decisión dirigencial de tratar, a toda costa, de mantener a los jugadores clave en ciertos momentos históricos del plantel.
Esta misma irregularidad se ha traducido en los resultados dentro del campo de juego, y el presente campeonato no es una excepción. Quizá la obligación moral del plantel de ganar un campeonato que lleva el nombre del más grande presidente que hemos tenido, luego de los fundadores, esté normando el trabajo que día a día se lleva a cabo en Achumani. Pero más allá de eso, creo necesario puntualizar que pese a haber empezado perdiendo contra Wilsterman, a pesar de haber ganado a Oriente e Ibero, y de haber empatado contra Real Potosí y haberle propinado una paliza al equipo Santo, el equipo no está como quisiéramos que esté.
Y es que quizás nunca lo esté. Pero a no confundirse. El rendimiento del equipo en Oruro estuvo acorde a lo que en sus posibilidades, el equipo puede dar. Y, sinceramente, las posibilidades de este equipo no son ínfimas. Son más bien grandiosas, llenas de optimismo y esperanza. Es menester señalar que el equipo pese a encontrarse en un escenario de ambiente hostíl, contrario y totalmente comprometido con su equipo, mantuvo el orden táctico, fue disciplinado en el juego, supuso que desde el comienzo había que tomar la iniciativa y sin miedo, más bien con ganas y garra, se adueñó de un partido en la teoría perdible. Se nota la mano del técnico, que independientemente de la campaña que realizó en la selección, está ahora más involucrado en un proyecto que por ahora tiene visos de proeza y de logros. Porque si de algo se trata este equipo es de proponer el juego, de tener nombres y sobre todo hombres que dan pelea y que le dan este regalo a la hinchada más sufrida del país, no porque su equipo nunca gane nada (favor revisar el historial gualdinegro en el último siglo) sino porque siempre este equipo nos hace sufrir como fanáticos que somos, porque cada vez que vamos a un partido envejecemos junto a toda la hinchada y porque ese sufrir transformado luego en triunfo nos hace ver que el equipo al cual pertenecemos está para grandes cosas.
Lo de Oruro rayó en la cuasi perfección táctica, y sobre todas las cosas, en el amor a la camiseta de Alex, Cantero y Carballo. El Tigre puede señores, y este resultado lo demuestra. Claro, son solo 3 puntos, pero que tres puntos! Nuestros muchachos se merecen un gran agradecimiento, por este regalo a la hinchada, que aunque obligada a desalojar el estadium para evitar enfrentamientos con hinchas frustrados, acosada fuera del estadium y estando con la oreja pegada a la radio o con los ojos incrustados en la tele, festejó un triunfo que además de esos tres puntos, conlleva esperanza y deviene gusto por ver jugar al equipo. Trae los deseos de un tigre campeón y le dice al hincha atigrado en cualquier latitud del país que el tigre está para darnos más alegrías. Aunque lo fácil es llegar a la cima, lo difícil es mantenerse. Y esperemos que el equipo sepa afirmarse en un campeonato que recién comienza, pero que se construye partido a partido.
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