El milagro
Por una suerte del destino, en algo que con el transcurso de los años comienza a cobrar carácter legendario, salvó la vida milagrosamente el entonces caudillo y capitán de The Strongest, Rolando Vargas, quien al haber salido expulsado en el último partido oficial del equipo, pidió al D.T. Eustaquio Ortuño incluir en la delegación a su posible reemplazante, de manera que el cuadrangular de Santa Cruz le sirviera de "fogueo".
Así fue como el "perro" Vargas le hizo una gambeta a la muerte, compartiendo la indescriptible sensación de "volver a nacer" con el Gral. Alberto Alarcón y el jugador Marco Antonio Velasco, quienes por distintos motivos decidieron no retornar con el equipo y permanecer unos días más en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Solidaridad y resurgimiento
A partir de ese instante, la tarea de resurgimiento y reconstrucción de The Strongest fue obra de muchas personas e instituciones. Grandes dirigentes como Rafael Mendoza Castellón, Antonio Asbún Zugby, José María Andreu y Mauricio Reitzchard, conformaron una comisión de alto nivel para hacer posible los ofrecimientos de colaboración provenientes de Buenos Aires, Santiago, Lima, Rio de Janeiro, Asunción, y otras ciudades sudamericanas.
Boca Juniors contribuyó con dos excelentes jugadores juveniles, Luis Fernando Bastida y Víctor Hugo Romero; el Presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Teófilo Salinas, dispuso la donación de veintemil dólares; el Presidente de la Confederación Brasilera de Fútbol, Joao Havelange, organizó un clásico carioca entre Flamengo y Fluminense, cuya recaudación beneficiaría a The Strongest.
La rúbrica final de estas contribuciones la puso el Club Bolívar, cuyo espíritu de solidaridad se guarda como uno de los grandes recuerdos en medio de la tristeza y la consternación. La "Academia" cedió a sus jugadores más importantes para conformar el llamado "The Strongest Símbolo", equipo que realizó giras por el interior y exterior de Bolivia, en procura de recaudar fondos para la institución gualdinegra.
Finalmente, este triste capítulo de la historia del fútbol boliviano acabaría con una feliz iniciativa: la idea de llevar a cabo la construcción de un complejo deportivo de grandes dimensiones. Hoy esta idea es una fantástica realidad que se sintetiza en una infraestructura de 70.000 metros cuadrados, en la que se levanta un estadio de fútbol (el Rafael Mendoza Castellón) para 15.000 espectadores, canchas de frontón, tenis, fulbito, patinaje, voleybol, basquetbol, raquetbol y una sede social con capacidad para mil quinientas personas.
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El autor es Master en Historia, catedrático de la Carrera de Historia de la UMSA, Profesor del Colegio Alemán, miembro del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos (INDEAA) y Secretario General del Club The Strongest. Autor del libro Historia Contemporánea del Fútbol Boliviano (FBF, La Paz, 1993).
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